El advenimiento (…) Fue entonces que los vi. Brasa rojiza, crueles los cuernos, montañoso el lomo y lóbrega la crin como los ojos que acechaban malvados. Eran miles. Son los bisontes, dije. La palabra no había pasado nunca por mis labios, pero sentí que tal era su nombre. Era como si nunca hubiera visto, como […]
O advento
